Un ministro de Obras Publicas convertido en tornado.




A finales de la década de 1920 el único acceso importante hacia la barriada de La Vigía, en la ciudad de Camagüey se realizaba a través de la calle República en su conexión con la avenida de Los Mártires. Loa enlaces actuales que hoy conocemos, entonces no existían.
Avellaneda finalizaba inmediata a la estación de trenes, donde la Compañía de Ferrocarriles de Cuba había colocado una extensa cerca de maderas. La calle de Joaquín de Agüero por el otro lado llegaba solo hasta el patio del hotel Camagüey, hoy Museo Provincial Ignacio Agramonte. A un extremo de dicha cerca, allí por donde se inicia el camino al aeropuerto existía un pozo publico entre numerosos kioscos y pequeños comercios de todo tipo extendido por toda el área que hoy ocupa la estación de ferro ómnibus. Por mucho tiempo el gobierno local estuvo demandando a la empresa ferrocarrilera para que quitara esa cerca y permitiera unir ambas calles alegando además que todos aquellos terrenos eran propiedad del Estado. Ese forcejeo duro muchos años.
 
Un día,el miércoles 27 de setiembre de 1929, para ser mas exactos, llego a nuestra ciudad una delegación de ingenieros para estudiar obras que serian acometidas en algunas calles. Esa Comisión estaba presidida por el Dr, Carlos Manuel de Céspedes Quesada, por entonces Ministro de Obras Públicas y muy relacionado con la muy lugareña familia Quesada.
En aquellos momentos se libraba una fuerte campaña política próxima a la justa presidencial y Carlos Manuel representaba al aspirante a la presidencia Mayor General Gerardo Machado Moreau, quien por el Partido Liberal ostentaba la primera magistratura del país. 
 Pocos políticos de la época se pudieron comparar con el ministro, con su consigna de Agua, Caminos y Escuelas, se labro innumerables peldaños p0oliticos hacia el poder. Fue Céspedes quien hizo construir con todas sus la Carretera Central, levanto el Capitolio Nacional, dirigió obras de alcantarillado y pavimentación en pueblos y ciudades, ...en fin, donde se vislumbraba un filón a su favor, allá iban los especialistas del ministerio comandados por la pequeña figura del Dr Céspedes, siempre pulcramente vestido y de rostro impenetrable.
Pues bien, aquel día 27 llego el ministro para inspeccionar aquellas obras de la Carretera Central. Reviso los planos y luego, sin mas, ordeno que dicha vía, desde el puente de San Lázaro, entrara por la calle General Gómez, torciera por Avellaneda y desde San Esteban siguiera rumbo a la quinta San Zenón para desde allí y a través del Casino Campestre ir a dar al Camino de Cuba y que para esa obra se expropiaran cuantas viviendas fueran necesarias.
Durante su recorrido un grupo de vecinos del reparto La Vigía pudo hacerse escuchar por el Dr, Céspedes, a quienes plantearon la situación que se enfrentaba con la tenaz negativa de la compañía ferrocarrilera para abrir la calle. El alcalde de la ciudad avalo esa solicitud. Esa petición debió ser oportuna, pues al parecer el político tenia algunas cuentas que saldar con la empresa.

Eso sucedió, dicen sobre las doce del día. Céspedes consulto su reloj, llamo al Gobernador y al Alcalde y les dijo sin mucho miramiento, que él regresaba a La Habana a las siete de la noche, pero que antes de irse deseaba por aquel lugar, o sea por la calle abierta y con aceras y adoquines. Y dijo además que si aquello no sucedía, el Gobernador, el Alcalde, los concejales y hasta el portero del Ayuntamiento podían irse despidiendo de sus opuestos.
Puntual como un buen lord inglés el ministro de Obras Publicas y su comitiva cruzaron en auto por la nueva calle donde en menos de seis horas se eliminaron cercas, muros, verjas, viviendas, kioscos y cuanta cosa pudo interponerse en el camino del nuevo tramo de Joaquín de Agüero, arrebatando de paso un buen espacio del patio del Hotel Camagüey. Muchas fueron las notas de prensa publicadas entonces comentando estos sucesos a pesar de los obstáculos que por años coloco la empresa de los ferrocarriles y no pocos políticos locales colocados a favor de la compañía norteamericana
Al cabo todas esas obras fueron positivas para el desarrollo de la ciudad y hoy todo ese espacio constituye uno de nuestros mas importantes y populosos enclaves. Por suerte entonces alquilen se hizo como “el chivo con tontera” en lo concerniente al trazado de la Carretera Central y esta no se llevo a cabo como lo había dispuesto Céspedes sino que se realizo contorneando la ciudad. ¿Se imagina usted a nuestra Carretera Central a través de General Gómez, Avellaneda y San Esteban?

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